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En un mensaje difundido por la propia comunidad, las palabras reflejan el agotamiento colectivo: “¿Qué podemos decir? ¿Cansados, indignados, molestos? Todo junto y más”. El nuevo ataque llega después de haber denunciado el hecho anterior, un trámite que —según cuentan— no tuvo ningún tipo de respuesta ni asistencia concreta por parte de las autoridades.
Desde la parroquia recordaron que aquella primera denuncia solo generó promesas vacías y, peor aún, molestias en sectores que se sintieron “ofendidos” por la difusión del reclamo. Mientras tanto, remarcan, la impunidad se vuelve cada vez más evidente.