Quién es Ariel Iotov, el nadador que unió Colonia, Uruguay con Punta Lara, Ensenada

El pasado viernes 10 de enero, tras años de preparación y superación personal, el deportista partió a las 5:03 de la mañana desde la punta de Colonia. Acompañado por su equipo de apoyo y bajo condiciones climáticas desafiantes, completó la travesía enfrentando olas, corrientes y un persistente dolor en su hombro derecho. Tras más de 12 horas de nado ininterrumpido, tocó tierra firme en la costa argentina, desatando una mezcla de emociones de alegría, alivio y orgullo.

Una vida marcada por la natación y la superación

La historia de este logro comenzó muchos años atrás. Desde los 7 años, el nadador dio sus primeras brazadas en el Club Hogar Social de Berisso, guiado por su primer entrenador, Oscar Pagano. Su talento lo llevó a los 13 años a unirse al Club Universitario de La Plata, donde bajo la dirección de Ricardo Casas alcanzó importantes logros en natación de pileta, incluyendo récords nacionales en los 100 metros libres categoría junior y destacadas participaciones en campeonatos nacionales e internacionales.

Su pasión por el agua lo llevó también al salvamento deportivo, disciplina en la que integró el equipo nacional, compitió en Sudamericanos en Brasil y alcanzó el top 10 mundial en el campeonato de Alemania. Su experiencia como guardavidas en Punta Lara reforzó su conexión con el río, consolidando el sueño de cruzarlo a nado.

Un sueño postergado y retomado

El deseo de unir Colonia con Punta Lara surgió de la influencia de Alejandro Cuinque, un nadador uruguayo que lo inspiró durante su participación en competencias en Uruguay. En 2003, intentó por primera vez concretar el cruce, pero las duras condiciones climáticas y un cuadro de hipotermia a las cinco horas y media lo obligaron a abandonar.

A pesar de considerar cerrada esa etapa, el sueño nunca desapareció. Sin embargo, un grave accidente en 2015 puso en pausa su carrera deportiva. Tres fracturas de pelvis y severas lesiones en ambos hombros lo alejaron de la natación. Fue entonces cuando encontró en el triatlón un nuevo desafío, logrando destacarse también en esa disciplina.

Pero en enero de 2024, una charla con su familia reavivó la idea del cruce. Con incertidumbre sobre cómo responderían sus hombros lesionados, decidió enfocarse exclusivamente en el entrenamiento para el río, dejando de lado el triatlón. En este proceso, ganó más de 10 kilos de masa muscular y fortaleció su cuerpo con ejercicios de pesas, bajo la guía de la nutricionista Agustina Cognetti.

La travesía en el Río 

El cruce fue planificado meticulosamente. Cada 20 minutos, seguía un protocolo de alimentación diseñado para mantener su energía. Sin embargo, a las dos horas de comenzada la travesía, apareció un intenso dolor en su hombro derecho, anticipando la dura batalla mental y física que le esperaba.

El acompañamiento fue clave: su amigo Ignacio Piaggio, también nadador de aguas abiertas, compartió el desafío. Juliano Choa, desde la embarcación de apoyo, jugó un rol fundamental al suministrarle alimentos e hidratación y ayudarlo a distraerse del dolor con mensajes escritos en una pizarra.

El tramo más duro llegó al cruzar el Canal Mitre. Un cambio en el viento complicó la navegación y las olas intentaron desviarlo. Durante tres horas luchó contra la corriente y el agotamiento físico. A pesar del dolor casi insoportable, la motivación de cumplir su sueño fue más fuerte.

Finalmente, después de más de 12 horas de lucha constante, el nadador tocó la costa de Punta Lara. Gritos, lágrimas y abrazos con su familia marcaron el cierre de un desafío que fue mucho más que un cruce: fue una historia de resiliencia, amor propio y superación.